Nacimos para mirar el mundo y observar los ciclos, las transformaciones y las fuerzas terrenales y divinas que mueven los sucesos. Nacimos para proponer ideas que se volvieron evoluciones en las sociedades. Nacimos para mirar cómo hay un azar que responde a leyes que aún no se escriben. Le llamamos la causa de lo causal. Un mago no transforma el plomo en oro, pero sí puede ayudarte a transformar el pesado plomo de tus creencias e ideas que no te dan paz, por brillantes y luminosos caminos de sabiduría espiritual que te devuelven el oro en forma de sentido de la vida. Se aprende en la formación de un mago, y se entrega en lecciones que el discípulo no percibe, pero que están allí en cada símbolo, en cada color, en cada figura que el alumno se va descubriendo. Al comienzo, el discípulo intenta adivinar, hasta que llega un momento donde el azar se transforma en relacionar naturalmente cosas que en la tradición de las culturas no se enseña. El maestro, el mago, va escribiendo en la emoción, en la intuición y en la sabiduría del alumno una manera de ver el mundo, una manera de decirlo, y una manera de actuar en él.
La historia está llena de magos. Hombres y mujeres que calcularon el tiempo en las estrellas, que supieron entender la alquimia de los metales y las piedras, que nos enseñaron revelaciones de ceremonias descubriendo el poder de la intención, recibieron libros sagrados que viajaron por generaciones. También, los que interpretaban los sueños de los faraones, los que siguieron una estrella para llevar unos regalos al nuevo Rey, los que acompañaron la sabiduría de reyes y ministros para conducir en paz los pueblos y sus quehaceres. También tuvieron que esconderse, fueron perseguidos por saber tanto y de tanto. Resumieron sus sabidurías a libros pequeños, y pudieron encriptar en pequeños símbolos, talismanes y conjuros universos completos, donde abrirlos nuevamente, podría cambiar el curso de todo lo que conocemos. A su vez, se volvieron científicos, matemáticos y personas dedicadas a los misterios de lo que hay más allá de lo conocido, uniendo sus sensaciones con lo sagrado sin ponerla en duda, sino empujando verdades a límites sorprendentes. Algunos tocaron la locura, que es el idioma del caos del universo, otros se volvieron sacerdotes de credos diversos. Otros estudiosos y maestros de logias, cofradías y grupos de estudio. Y también otros se volvieron chamanes, brujos, magos urbanos que están acompañando el caminar de las personas.
Con toda esa sabiduría, los magos llegaron a estos tiempos como una tradición que se hereda de la sabiduría del universo. También hay que entender que los magos fueron entrenados para ayudar y servir a cualquier forma de poder. Esto significa que conocen la manera de entregar fuerza a quien se lo solicita. Pero la magia tiene su precio, porque un mago se hace Ministro de Sabiduría cuando su solicitante le devolverá la fuerza de alguna manera, sino la fuerza es inviable en la ley de las compensaciones del universo. Los magos hasta el día de hoy continúan mirando el presente, caminando sus calles y observando cada detalle de la modernidad, de las intenciones y emociones de las personas, las miradas, las conclusiones que mueven el ánimo de quienes creen poseer una fórmula de éxito. También miran las dolencias, las obsesiones, las tendencias de todo cuanto hay, entendiendo que lo que está dentro, está fuera, lo que está arriba, está abajo y todas las posibilidades, porque en esta dimensión, todo se ha construido por opuestos, y a veces una fuerza contraria crea la beneficencia. Lo más importante de un mago, es que tiene una opinión que ha estudiado con detenimiento. Está siempre con determinación a un lado del río. Y cuando lo cruza, lo hace en silencio. Un mago siempre tiene una posición en el mundo, que es muy distinto a tener la verdad. Y si se formó o heredó el arte de la magia, es para adelantar y advertir lo que ve y viene desde su creencia. Toma una posición de paz y colabora con quienes tienen el poder de transformar pequeños y grandes clanes. ¿De qué sirve un mago para sólo revelar el suspirar del otro? Los magos no se remiten a la predicción de los suspiros de tus amores, sino que puede sentir el suspirar del universo, y desde allí, tal vez, pueden ayudarte en precisiones y explicaciones de tu presente. Un mago te ayuda porque él ayuda a un poder infinito a llegar a los corazones de buena voluntad.
Estos magos están constantemente estudiando noticias que nadie lee, estudian libros misteriosos y curiosos, conversan entre sí y con maestros anónimos que bordean las conspiraciones de algún tipo. Los magos se detienen para admirar símbolos y sensaciones, que a su vez les revela lo invisible de una nación, de una sociedad, de un continente y de todo un planeta. Pueden sentir y opinan, colaborando con quienes buscan visión en la vida. Siempre están en una posición que revela paz. Detienen la maldad, pues los magos no son una casta para construir lo perverso, sino para tender puentes entre lo posible sincero y lo imposible bondadoso. Unir lo que la divinidad ha creado en forma de sabiduría para que llegue a las manos de quien podrá tener el talento de entender esas instrucciones. También se les puede consultar por el presente inmediato y por una situación particular. Y reconocerás un mago cuando su mirada incluya visiones muy grandes y muy pequeñas, donde sus juicios identifiquen causas muy remotas y deslumbrantes, cuando puedan llevar todo a la síntesis de lo simple y con sonrisas puedan revelarte caminos posibles. El papel de un mago en el presente es reescribir en pocas letras lo que parece imposible para el consultante. Revela la ceguera que ha impedido tocar la esperanza, pero con la sinceridad de interpretar el torrente de la energía, y no las obsesivas intenciones o las tercas razones de quien acude al mago. Un mago, cuando identifica a estas personas que están contaminadas de terquedades, dejará que hable, y sólo podrá decir lo que se le permite escuchar, porque para monólogos, están los espejos, que ya hace años no dicen quien es el más bonito o más bonita, sino que sólo se limitan a reflejar los brillos que tus ojos quieren ver, ante la amenaza de ser destruido.
Los magos vivimos por siempre, sintiendo nuestra libertad e independencia en tiempos donde todo cambia a cada segundo. Y en donde la sabiduría, la tecnología, los impulsos sociales, la nueva conciencia y las creencias que facilitan la alegría y condenan la victimización, se acercan e instalan entre las sociedades que avanzan, a veces contra la voluntad de quien aún maldice el ocio y la facilidad que provoca la modernidad que evoluciona, porque obligará a tener tiempo y preguntarse cosas como de dónde venimos, a dónde vamos, qué hacemos ahora y por qué estoy acá… preguntas que un mago podría responder.