Pactos

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Hacemos pactos todos los días. Establecemos acuerdos en cada respirar. Creamos nuevas maneras de relacionarnos en cada letra de la computadora. Construimos vínculos equilibrados por leyes del bienestar que nos obliga a ser consciente de cada decisión que tomamos. Construimos pactos porque sabemos que son inalterables. Las leyes son límites para saber dónde terminan tus territorios de amor y conciencia. Muchas veces llegaste a un lugar donde ya estaban escritas las leyes y tuviste que someterte. La ley fue escrita para establecer la frontera de tus creencias. sin embargo, el pacto fue elaborado para generar acuerdos desde tu corazón.

El primer pacto es con uno mismo. Me amaré y me cuidaré por sobre todas las cosas. Gozaré el mundo hasta que la plenitud me diga el significado de estar vivo. Le diré a todos mis amigos que pueden hacer lo mismo y cada cual elaborará pactos consigo mismos que engranarán como piezas de amor. Así surgió la vida, no con leyes, sino con pactos. Las bacterias y los unicelulares lo hicieron hace millones de años. Algunas sólo viven veinte minutos para contarlo: «soy feliz y me cuido por sobre todas las cosas y deseo que tu también lo hagas». La vida se las ha arreglado para traer hasta este presente el pacto que hemos hecho filogenéticamente para ser conscientes que somos el milagro mejor transmitido: somos los aprendices de un pacto con la vida.

Con el tiempo, nos hemos creído los dueños de todo y le dimos carácter de Ley. Sentimos que necesitábamos un jefe que nos diga qué hacer y qué no hacer. Redactamos Leyes de comportamiento y Leyes de la Ciencia. Sin romper el pacto, volvimos las fronteras de conciencia y amor en murallas y mapas delimitados, entendiendo que el que esté de este lado, está con nosotros; y el que está del otro lado, se vuelve incierto y sospechoso. Creamos un personaje en nuestra historia, una novedad nunca vista: «el enemigo».

Vulneramos el pacto con la vida al crear al opositor, al villano, al que no está de acuerdo con nosotros, al otro, al externo, al perverso según nuestra ley. Rompimos el pacto sagrado, y se nos olvidó.

Propongo -en estas fechas donde los límites y fronteras se destacan y se redibujan-, que olvidemos por un instante las leyes y los pactos. Ser desobedientes con todos por un instante. Siéntete libre de cada mandato que te han impuesto y a su vez, cada regla que tu has establecido. Quiebra todos los acuerdos de una vez. Date un tiempo de volver a escribirlos, uno a uno, respirados y meditados antes de crear la frase. Se irresponsable por un segundo par cambiar la primera palabra de cada texto. Reemplaza ese «quiero…» por «deseo…». Vuelve al pacto original y comprométete con el gozo, el sentir amoroso y la armonía interna. Decreta tu primer pacto deseando tener la suficiente vida para gozar el todo y a los otros, que también harán pactos con su comprometida vida y alegría. No tomar nada personal, dar lo mejor de mi, no adivines ni supongas, di palabras correctas y de paz… ser uno con todo.

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