Desde Buenos Aires, contemplo la historia de Alda como un sinfín de sucesos asombrosos que me llevan hasta acá para contarles de ella. Y es el motivo por el que escribí el libro que estoy próximo a inaugurar y que, como si fuera un pronóstico sagrado, ha sucedido exactamente como fue narrado la primera vez que me hablaron de ella.
Fue mi maestro Gaspar, quien en una fogata por allá a comienzo del año 2014 en Guatemala, me da una serie de instrucciones para cumplir con un propósito que me fascina vivir: difundir la espiritualidad y realizar actividades que aporten bienestar a las personas. Asombrosamente, en medio de una ceremonia de bendición de semillas que representaban el origen de lo nuevo, se detiene a hablarme directamente a los ojos, para pedirme que conozca a Alda, una mujer que vive en el Altiplano de la Cordillera de Los Andes, y que su misterio y misión hacen que deba tomar esto con mucha responsabilidad.
-Ella quiere que, junto a otras personas, difundas lo que tiene que decirte.
-¿Y quién es Alda?- pregunté rápidamente.
-Una mujer eterna-, me dice Gaspar con voz severa. Es una de las 78 mujeres que han vivido por más de 22.000 años en forma silenciosa, secreta y anónimamente, esperando el momento que la humanidad esté preparada para recuperar la memoria y conocer su origen y camino.
-Espero estar preparado para esta responsabilidad-, le dije como sintiendo el miedo de tal misión.
-No eres ningún elegido, ni nadie reconoce nada especial en ti. Sólo sabes seguir tu camino con total decisión, y por mucha vidas, vienes actuando muy coherentemente. Tu preparación espiritual está encaminada, y nadie te conoce y el anonimato te permite encontrar los caminos para recibir algo muy sagrado, y saber entregarlo en forma muy humana. Eres un buen alumno.
Con estas palabras, hoy resumo este inicio. El mundo es asombroso cuando sólo te guías por señales. Y sabes reconocer a cada persona y suceso como importante cuando dejas que el corazón haga el camino. Y finalmente escribí este primer resumen del encuentro con Alda, quien en la rivera del Lago Titicaca, a 3.830 metros sobre el nivel del mar, vive silenciosamente como una guardiana de Los Andes. Espiritualmente tiene un propósito bien importante: contener la emoción y la conciencia de unidad en el planeta. Y lo hace con prácticas milenarias que aguardan este momento de ser contadas, para que podamos caminar hacia una nueva manera de recuperar la felicidad interna que siempre tuvimos, y que en este existir tan centrado en los logros, el poder, el bienestar del apego y lo material, nos ha alejado de una esencia que en el Altiplano Andino se conserva en forma muy pura. Inevitablemente todos sentimos y sentiremos la necesidad espiritual de buscar un camino que nos devuelva la paz interior. Y ha llegado ese tiempo. Tarde o temprano todos comienzan a hacerse preguntas y a intentar respuestas.
Fui a su encuentro tal como me fue indicado. Escribí sus respuestas a mis preguntas. Escribí su historia. Escribí sus opiniones y pronósticos a algo grande que se viene como humanidad. Pero esa grandeza que deslumbrará a todos, no es cinematográfica ni cotidiana. Sino que sucede en el interior de cada uno de los habitantes, y que su vivencia, permite que volvamos al sentido de Ser Humano. Y serlo no es negar la modernidad ni la tecnología ni lo que sabemos, sino incorporar nuevas creencias que llenan espacios que lo aprendido no ha podido completar.
Ella vive como una mujer cualquiera, en su pequeña casa tan común como cualquiera de ese lugar. Tiene una vida cotidiana muy simple y una convivencia con los vecinos como cualquier habitante de la Tierra. Y guarda secretos de sí misma que sólo revela a los que ella quiere, asombrándote desde el primer encuentro con detalles y precisión de relatos que una persona estudiada y con muchos años de lectura podría alcanzar. Y no es su caso. Ella sabe porque nunca ha muerto corporalmente. Eso es muy impresionante cuando la miras a los ojos. Ha aprendido en su vivir porque viene de un linaje especial de una humanidad, uno muy antiguo, que olvidamos y que no encontramos evidencias, porque vivió en un continente que se ha hundido. Su biología y su estructura especial le permiten vivir por más de 22.000 años sin que nadie lo note. -Nacen y mueren, y yo sigo acá. Las personas me ven y como cualquier mujer del altiplano, sólo estoy en paz con todos, y no tengo que contar mi condición de eterna, pues no es relevante para la vida cotidiana-, se describe a sí misma.
-¿Por qué eres eterna?-, le pregunto en medio de la conversación.
-Pertenezco a un linaje especial de humanos que en un contexto fuimos concebidos por seres divinos y que aprendimos a vivir con esta condición, comprometidas con toda la humanidad. Y no es asunto de creer o no creer, sino de que mi historia sea parte de tu historia… si tu lo permites.
Lo permití, lo acepté y lo tomé como una revelación en mi vida. Porque su relato, su vida y lo que me aportó para sentirme completo en esta vida, me ha devuelto el sentido de saberme humano, saberme parte de algo más grande de lo que me contaron. Y entender que, cada ser humano tiene su momento, muchas veces sin ser consciente de ello. Y yo, agradezco a todo el corazón del universo por guiarme hasta este momento, porque el sentido de vida que ahora llevo es inmenso, que me permite con toda propiedad, posibilidad, fe y experiencia, aportar a todos con el relato que Alda me ha narrado.
Ya han sido cuatro encuentros con ella. Y en este libro que el próximo 5 de julio inauguro en Buenos Aires, Argentina, me permite iniciar la revelación de su mensaje, siendo sólo un puente de su testimonio a través de mi vivencia. El camino no termina, se inicia con esta presentación, y mi experiencia me va dando más solidez en que creer es posible, y permite crear ese estado de felicidad que todos estamos llamados a llevar en nuestro corazón. Mi testimonio espero que aporte a tu corazón.
(Nota: Alda no se deja fotografiar para cuidar que su mensaje sea más importante que su imagen y su historia. Seguirá siendo anónima. La fotografía de esta nota es del sitio web de ViajeJet, pero representa muy bien su semejanza en las labores cotidianas).