Rezar el silencio

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Cuando llegas a este lugar, el silencio se hace tan presente, que cuando te vas de aquí, ese silencio se queda esperando al siguiente que note ese detalle. Es en ese silencio donde la voz no emite sonido, no dan ganas y así vez, no permite hablar, porque lo impresionante de todo es que sólo puedes quedarte allí, en el asombro total de cómo lo más Sagrado de ti se pone en contacto con lo más Sagrado de este lugar.
Está en la parte más alta del altiplano Latinoamericano. Está en un valle de alturas sobre los 4.500 metros sobre el nivel del mar. Y cuando aparece frente a ti, sólo el silencio te envuelve como magia, que crea un rezo silencioso que tocas el límite de la palabra Gracias.
Aquí, como en el lugar secreto de tu corazón, el eco no puede vibrar, y sólo la razón del rezo más puro brota en tu mente, repitiendo las palabras que te ponen en contacto con la fortuna de estar aquí. Y todos estamos aquí, porque es un resumen de todos los rincones del mundo. No hay nada creado por el ser humano, más bien, está el perfecto compendio de todo lo creado por la naturaleza: luz y silencio que se hizo un paisaje tan sublime, y puede ser el espejo de toda esa inocencia y a su vez el asombro que guardas en tu interior.
Mira esta imagen, porque estás allí. El silencio de este lugar reza por ti, tu existir, tu presencia, tus errores y tus virtudes, tus maneras y tu descansar, tus logros y tus sueños. Porque en un lugar así, en estado de silencio, brota el rezo más hermoso que te puedas imaginar, donde dejas todo lo vivido y que pesa o duele. Entregas lo que cargamos a este lugar, para que toda la belleza resumida en la visión del valle altiplánico lo transforme en un sentimiento de gratitud tan gigante, que en el suspiro siguiente tragas la energía de pureza para que en el exhalar deje espacio interior para que entre los nuevos sentimientos, los nuevos tiempos, las enseñanzas y las personas que amamos y queremos. También las experiencias que nos harán dichosos, las razones que nos volverán sabios en los siguientes desafíos, y principalmente, ingrese la capacidad de volver a ser, para que la pureza de tu corazón, ese secreto espacio dentro de ti, te ofrezca el permiso de ser lo que no te has permitido nunca: ser pleno de tranquilidad, de alegría y de ganas de ser.
Cada uno lleva lugares así, lugares de inmensidades silenciosas que sólo nos impulsa a rezar en silencio, en silencio de gracias, en silencio de ser, en silencio de estar. En el gran silencio de aceptar que estamos y tocamos lo eterno.

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