Pareciera una consigna de respuesta, pero no lo es. Es una declaración. Inicio nuevos momentos en mi vida. Siempre son nuevos momentos. Inicio una gran etapa, sabiendo que dejé atrás la gran etapa anterior. Nada ha sido menos, nada ha sido leve. He tratado que cada momento sea intenso, con personas de verdad, con emociones de verdad. Estoy vivo y feliz.
Si aplico lo que me han enseñado de pequeño, debiera siempre estar molesto, cansado, preocupado por algo, perturbado por el pasado y angustiado por lo que viene. Pero no, he aprendido cosas y actitudes de mis maestros que me han dado esta sensación: conozco la felicidad, conozco la dicha de sentirme en paz, conozco la emoción de saberme conforme. Pero tuve que vencer la programación que recibí.
Les confirmo: el trabajo no es tedioso, es entretenido y motivante, cuando decides hacer lo que te gusta o te dejas llevar por tu impulso e interés desde el corazón. Tuve que aprender a confiar en mi, y tal vez es el mayor regalo que me han hecho. El resultado del trabajo no es inmediato, es producto de la constancia en lo que te gusta. Y a veces lo que te gusta va cambiando en tu vida, y uno se vuelve mas dichoso. El cambio, la transformación y la reinvención son dones divinos, como la transformación espiritual.
La dicha no es asegurar tu futuro con angustia y temor, sino que darte cuenta que estás viviendo un gran momento. Cada segundo es un gran momento, entonces vas sembrando diariamente para ir cosechando mas adelante.
Amar no es esperar que te acompañen ni que hagan lo que te gusta. Amar es dar lo que uno tiene. Aprendí a amarme a mi mismo, no con ego, sino con autoestima. El ego es la energía que necesitas recibir desde fuera. El autoestima es la energía que irradias de ti, como un faro, como el calor del fuego. Amar es estar conectado a la fascinación del quererse de la otra persona, a la manera cómo vence sus adversidades, a la forma cómo mira tiernamente sus desafíos, dilemas y gozos.
Estoy vivo y soy feliz. Siento que todos los días llego al desafío de emprender fascinaciones nuevas o seguir en la búsqueda. Aprendí de niño a ser un buscador, pero de esos que no encuentran nada. Si hay algo que me atemoriza, es encontrar la meta, porque estoy fascinado con la búsqueda. Ser buscador es ser el que emprende todos los días. Tuve grandes profesores en esto, y fue en el colegio: Luis Farfán, gran profesor de Literatura, me enseñó a soñar y a estar allí, con la mirada en el sueño lúcido de que todo se puede, y todos los días te levantas por un sueño nuevo. Cada libro que me recomendó fue un impulso. No he parado de Leer. El otro profesor fue Kako Ormazabal. Él me enseñó la libertad. Aun lo veo en Facebook escribir sobre ello: su tenacidad, su perseverancia me inspiran.
Declaro que estoy vivo y feliz, y declaro que aprendí que la enfermedad es un maestro que me enseña de mis defectos y mis limitaciones. Aprendí que no hay accidentes ni casualidades, sino una causalidad mas grande de la que imaginamos y comprobamos. No le temo a la muerte, no le temo al fracaso, no le temo a ser nuevo cada vez que se pueda, no le temo al dolor, no le temo a la soledad, porque todos los que me han enseñado finalmente me han nutrido de una compañía y una creencia en lo eterno. Agradezco a todos y a su vez doy la bienvenida con mucho amor y humildad. Ahora soy de una familia mucho mas grande, más numerosa, sin difuminar lo que llamamos familia sanguínea, sino se suman muchos mas a esa sensación de estar todos unidos.
Estamos en un plan tan bello y amoroso que me enorgullece ser parte de él. Trabajo para este plan, y se que las deidades que me acompañan y se han hecho presente a través de sus revelaciones, nunca me han traicionado. No llevo mapa, llevo aliento. No tengo hambre, tengo pasión. No tengo sueño, tengo sueños. No tengo desesperanza, tengo dicha. No tengo enfermedades, sino libros que releer.