¿Creo en lo que soy, o creo en lo que me dijeron que crea?. Me contaron tantas cosas, me contaron tantas supuestas verdades, me contaron tantas maneras de hacer las cosas, me contaron tantas formas de elaborar sentimientos, que hoy aprendo que mis creencias son parte de mi, haciéndome cargo de herencias que las difundo como certezas. Lo hicieron desde el mas profundo amor, lo hicieron para que elabore mi sentido de felicidad que sólo responde a fórmulas probadas del pasado. Lo agradezco mucho, porque nunca hubo intenciones perversas, sino que proyecte seguridades probadas por otros. Es como vivir conduciendo mi vida mirando constantemente el espejo retrovisor, y llega el momento de hacer el acto sagrado de empoderarme y tomar mis propias decisiones. Seguramente validaré muchas de las fórmulas aprendidas, pero elaboraré mi camino.
Nuestras creencias son como órdenes incuestionadas, que nos dicen cómo son las cosas: qué es posible y qué es imposible, qué podemos hacer y qué no podemos hacer. Configuran cada una de nuestras acciones, e incluso los pensamientos y sentimientos que experimentamos. Como consecuencia de ello, cambiar nuestros sistemas de creencias es fundamental para producir cambios verdaderos y duraderos en nuestras vidas. Tomo todo ese aprendizaje que me ha dado tanto. Lo honro y lo agradezco. Ahora miro mi presente. Miro lo vivido.
Miro «mi verdad», y sin importarme profundamente si es correcto o incorrecto, decido. Decidir es la palabra más importante. Decidir qué me hace feliz, y lo pongo en acción. Vivir en paz, en mis propias creencias.
Desde pequeño, aprendí de mi madre a elaborar mi propia verdad. Me enseñó un mundo que tal vez era fantasioso y poco real, pero se lo agradezco, porque me da el permiso no de cuestionar lo que hoy vivo, sino me autoriza a elaborar mi propia verdad. Vuelvo a creer en lo que viví por mi cuenta… y me hago cargo de ello. Vuelvo a apreciar lo que me provoca y vuelvo a lo que me hace sentido. Aquí hago una marca en mi camino para determinar cuándo decidí por mi. Vuelvo a crear un sentido de la certidumbre, un sentido de mi vida, donde puedo y quiero caminar el mismo camino con los ojos de un nuevo camino, antes de que podamos hacerlo realmente.