Hay razones para viajar. Mis últimos viajes han sido para sanar. Para conversar conmigo, para mirar y despertar. Para confiar y confirmar lo que soy. Aprendí en esta ruta que caminar es rezar. Sin recurrir a ninguna catequesis en particular, aprendí del arte sagrado de mirar mi historia y girar para continuar. ¿Qué es lo sagrado?, me pregunté. Lo sagrado es lo que estaba antes que llegáramos: los bosques, las ballenas, los mismos hombres estaban aquí antes que nosotros. Por eso son sagrados las ballenas, los hombres y los bosques. El texto del mundo es infinitamente más rico que el texto de un libro. Los científicos saben perfectamente que las respuestas deben leerse del mundo: del paciente, del tejido, del agua.
Los monjes tibetanos suelen caminar de un monasterio a otro por las montañas. Salen de un monasterio y unos días después entran en otro. Duermen y parten. En el camino no hablan, ni siquiera repiten oraciones. Pero están rezando. Porque caminar es leer directamente del mundo, que es el texto sagrado. Y así van leyendo, palabra a palabra, del mismo modo que el niño recorre la página con el dedo, palabra a palabra.
Pero no necesariamente se necesita viajar para sanar. Se puede hacer un viaje al interior de uno. Al silencio, a la humildad de tu verdad y no a la verdad del colectivo o la verdad del entorno. Uno sabe desde esa voz interior la verdad, las consecuencias y las salidas. Aprender a volver la mirada sobre el presente, sin espanto, sin dramatismo que nos inmovilice.
Sanar en el viaje, ya sea en la ruta o en el silencio interior, me ha enseñado a volver a mi mismo, a mi amor puro, a mi mirada, a mi certeza, a mi destino, a mi historia, a mi paz interior. Te puedo ayudar también. Te puedo escuchar en una cita en Lima, al 987610983, o por Skype, previo contacto a farayau@hotmail.com