En Nasca dejaron un secreto. Era tan secreto lo que querían esconder que buscaron rincones en toda una extensión de montañas. Fueron al mar, buscaron arrecifes profundos del fondo submarino y no encontraron el lugar perfecto. Buscaron en fortalezas, en casas inofensivas que no levanten sospechas, buscaron en desoladas cuevas y monumentos, pero nada… no encontraron el lugar preciso.
El secreto es muy profundo. Llegará el día en que enfermemos. No hay hombres sanos en una tierra enferma. Y no solamente hablo de la degradación de la naturaleza, sino del empobrecimiento de nuestra mente y nuestra conciencia. En estos días, en donde necesitamos reconectarnos con nuestra esencia, entendemos que la naturaleza necesita curación, y que este proceso de volver a la paz y al respeto de la vida guarda relación con darnos cuenta de lo enfermo que está nuestra Tierra y nuestra manera de vivir.
¿Dónde guardar lo que necesitamos recordar cuando ya no quede fórmula que explorar?. ¿Dónde poner una verdad para cuando el planeta enferme más?. ¿Dónde dejar un mensaje para que los Aprendices y Sabios puedan encontrar las lecciones que sanarán la Tierra?
Una noche, el gran sabio, el gran mago, el gran chamán, tuvo la visión de guardar todo lo que sabe a la vista de todos. En Nasca hay una verdad a la vista de todos… el gran secreto mira hacia el cielo. Hay una historia que guarda las claves para volver a mirarnos, par volver a nuestro corazón, volver a nuestra alma.