Ya queda poco para terminar la escritura de un libro que inicié hace años. En verdad, no es necesariamente un libro, sino la narración muy honesta y vivencial de una historia que comencé hace siete vidas atrás, cuando sucedieron descubrimientos que me marcaron profundamente, y las respuestas y enseñanzas me han traído vivo y curioso de encontrar «una verdad». En esta encarnación, se volvió un camino de vida. Se volvió una forma de vivir. Se volvió una forma de mirar el mundo y una forma de amar. Porque cada vivencia fue vivida en su totalidad con mucha pasión.
Escribí esta historia para compartir con muchos un camino y una manera de ver el mundo -que tal vez no es la perfecta- pero me ha permitido conocer profundas verdades y vivir relevantes experiencias de vida que me hacen tener una mirada sospechosa, amorosa y llena de esperanza del mundo donde vivimos. Y vengo a escribirla casi como un mandato, para cerrar un ciclo, para liberar a los que me acompañan, e iniciar una nueva vida, porque vivimos procesos de cierre y comienzos de nuevas revelaciones. Para volver a iniciar otro camino, en compañía de personas llenas de luz, con otras misiones y con otras bondades que el universo me tiene preparado.
Y este texto tan sincero y tan desde mi, lo escribo y publico para dejar mi enseñanza de todo este proceso. ¿Para que se inicia un viaje hace tantos años, hace tantas encarnaciones?. ¿Para qué se dejan acertijos y signos vivenciales que a veces son incertidumbres que no se comprenden?. ¿Por qué el viaje me ha traído hasta acá?. La respuesta que encontré hace un par de meses: para volver.
Volver a tu corazón, volver a tus raíces, volver a la semilla que volverá a germinar y creará otro árbol donde treparemos para encontrar el mismo puente, el mismo río, las mismas películas, para abrazar el mismo calor, para ver nuevos rostros, para crear nuevas vidas.