Mecerse por el mar y dejar que la vela te lleve. Navegar es la manera de entender que la vida a veces no tiene destinos, sino pasiones y emociones que se viven en la experiencia de sentirse fluir por el viento. Hacemos fuerza por sostenernos en la vida y en realidad fluimos como la marea nos lleva.
Tu eliges la intención, la vida te pone allí. Tu eliges un oficio, y la vida te pone el aprendizaje. Tu eliges un sueño y la vida te pone un desafío que te confirma y te da valentía. Tu tomas una decisión y la vida se encarga de re-calcular el mapa y sus distancias, sólo debes confiar.
Navegar es confiar. Confías en tu capitán y aceptas que sabe la ruta. Confías en el viento y sabes que es eterno. Confías en ti mismo y sientes la experiencia. Confías en el momento y comprendes que ese camino tiene corazón.
La vida está contada al revés. Somos nosotros los que nos sorprendemos de los sucesos y nos desesperamos o nos angustiamos, cuando en realidad cada elemento que se presenta tiene un propósito. Y si somos capaces de entender al revés estos sucesos, comprendemos que no hay hechos aislados. Navegas hacia atrás, pero sentimos que lo hacemos hacia delante. Lo que te sucede hoy tiene sentido si lo entiendes desde lo que te sucederá mañana. Todo lo extraño que te sucede hoy son las respuestas a las preguntas de mañana. Por eso, ayer sucedieron cosas que hoy te parecen mas livianas. Navegar y confiar es una forma de aceptar la incertidumbre y fluir en el camino sin llegar a una meta. Es vivir como sabiendo que hoy termina un ciclo y da paso al siguiente… como las olas, como las mareas, como el viento, como la vida.