Nada más personal que el límite de tu fuerza y tu empoderamiento. Nadie conoce realmente lo que eres capaz. En tu corazón está el sueño aún no soñado y el camino aún no caminado. Sólo allí está ese destino tan nítido como tu siguiente emprendimiento. Allí está la fuerza divina que llevas en forma de ángel, donde tu cuerpo venera con devoción y te acompaña en cada momento, te llena de ánimo, te entusiasma para vivir ilusionado cada día, construyendo eso para ti.
Pero te observan, con mucha atención te observan. Y te educaron para moldear tu potencial con miedo, obediencia, metas y valores que favorecen a una creencia organizada y no a los sueños imposibles. El límite lo establecieron donde podemos observar con los sentidos racionales, pues lo lógico es que camines hasta donde te veamos, escuches lo que todos escuchamos, sientas, huelas y saborees lo que todos apreciamos como bello. Y creíste que hasta allí podías llegar, que más allá te esperan los diablos en el vacío del horizonte, que allá se encuentra el mal, la muerte y el desastre.
Y hay más, hay mucho más de lo que imaginas. Hay infinitos que no podemos contar porque aún no lo conocemos. Le llamaron el imposible. Y en ese imposible vive tu potencia, tu satisfacción, tu plenitud y tu realce como alma iluminada, como corazón en el eterno tambor. Y en cada sueño, en cada emprender, en cada camino, en cada intento, movemos esa frontera que observan los que te rodean. Y temen que si cruzas más allá, serás feliz y te olvidarás de los que quedaron esperándote. Por lo tanto, intentarán que no vayas, que no lo intentes, que no salgas del normal para no dejarlos, y así evitar tu profunda felicidad, tu profunda satisfacción y tu profunda libertad donde los mapas aún no se han dibujado, donde tu invento aún espera su invención, donde tu vida aún espera por ser vivida.
O decidirás quedarte para ser como todos, dentro de los límites que conocemos, esas fronteras que contornean patrias, economías, creencias y sociedades, esos cercos que evitan que ingresen los desconocidos, pero principalmente, evita que te vayas para no volver, para tu gozo excepcional, para tu plenitud llamada eternidad.
(Arcano VI, El Emperador, de Tarot Renacentista, edición de mi colección privada de Lo Escarabeo, Milan)