El miedo sirve para revisar si eso que sientes dentro es real fuera de ti. Y es un estado de conciencia que permite evolucionar entre lo que te dijeron que debías evitar con lo que aprendiste a lo que tenías que temer.
El miedo es mental, y la mente lo sabe. Y tus creencias del miedo, hacen sentir que se esparce por el cuerpo y más allá, haciéndolo contagioso, heredable, aprendible. El miedo es una sensación que aprendiste para no confiar en determinadas señales y para vivir un supuesto de antemano, como prevención a ciertos eventos, encuentros, enfrentamientos y un cuánto hay que te determina.
El miedo se vuelve entonces un adelanto de supuestos posibles que aún no han sucedido, aún no se han decidido y aún no se han evitado. Pero él -el miedo viviente en tu mente- ya crea esa paralización, esa advertencia voraz y ese frío irreparable cuando en verdad nada aún ha sucedido con certeza.
¿Aprendiste a temer, ó aprendiste a evitar? Si temes, serás cauto, y se vuelve una manera de acercarte a los sucesos o sensaciones con una velocidad que te permita entender lo que es y por qué sucede. Pero si evitas, aprendiste los miedos de otros sin haber confirmado que son reales. Es como haber decidido tomar como propio la creencia de quien te enseñó a tener miedo. Allí aparece una buena señal, porque hoy es el momento de decidir qué harás con esa sensación que te advierte. Pero a su vez, invita a confirmarla o a descartarla por absurda, para que seas tu quien decida temer y no suponer.
El miedo te cuida, y eso es bueno, porque al final eres tu quien determinó la frontera de lo confiable. Pero hay quienes se han quedado encerrados en un territorio demasiado pequeño, donde no caben ideas nuevas, no caben experiencias enriquecedoras, no caben nuevos sentimientos, nuevas amistades, nuevos lugares, nuevas comidas, nuevas razones, nuevas maneras. Y en esa prisión mental te confundes creyendo que el miedo existe fuera de ti, asumiendo que lo propio es lo seguro, lo conocido es lo bueno y lo repetible es lo correcto. Y no alcanzas a ver que te encierras más y más en lo pequeño. Niegas lo posible, te mientes una y otra vez creyendo que lo malvado, lo horrendo, lo inconveniente y lo peligroso habita para perjudicarte.
El miedo a esta altura te invita a descartar de tu creencia lo que sólo existe para asustarte y no para advertirte. Aprenderás a diferenciar entre marcar distancias prudentes o a tener miedo de antemano por prejuicios, haciendo que tu existencia se vuelva absurda, pequeña y miserable en toda dimensión. Es increíble que aún teniendo poder, posibilidades y vitalidad, prefieras la quietud, lo probado y lo sufriente para construir un imperio de supuestos que sólo viven en tu mente, como una pesadilla que sabemos que es sólo un sueño, pero que lamentablemente eliges llevarla hasta todos los rincones de la ciega vida.
(Carta 9 de Espadas, Golden Tarot de Kat Black, año 2003)