Semana donde, en medio de la fuerza que animan a avanzar y construir, aparece la sombra interior donde toda tu furia necesita una víctima. Y son días agitados, de venganzas, de cobros de impotencia, de frustraciones inacabadas, donde tendremos esas ganas de conflicto. Como también, puede ser una semana del otro extremo, de esa voluntad de dejarnos caer en el rendirse más profundo. Sentimos, o nos quieren hacer sentir el colapso, porque la realidad abruma, y cuando abruma te vuelves vulnerable. Sumado a que estamos con poca paciencia a lo que tiene que madurar, porque lo que vivimos es un tiempo para que las semillas tengan su tiempo. Cuando vemos que todo se enciende y se accede con un click o un botón, no entendemos por qué las personas demoran tanto en decidir, en avanzar, en actuar, en sentir o en comprender -¡o en comprendernos!-, y eso genera desesperación. También sentimos que somos nosotros los que estamos en la procastinación, dejando pasar el tiempo, indecisos, ciegos o abrumados. Escuchamos mucha información muy dispersa, y hacemos poco foco en lo que nos representa y nos centra en lo auténtico. Queremos parecer frente a todos, queremos controlar todo, queremos lo rápido y conveniente, y no estamos mirando que mañana a nadie le importará tu triunfo, porque el verdadero triunfo es estar en paz con uno, y ese uno, conectado al valor de la abundancia emocional, espiritual y material. A nivel colectivo, muy tensos unos contra otros, porque seguimos viviendo en función de cuánto gana el otro. Hay hambre de que renuncie tu contrario para sentir ese falso orgullo de superhéroe, ese que dura 2 minutos, porque luego tendrás que proponer tus brillantes ideas… ¿cuáles?, exactamente, las que aún no has pensado. Países, industrias, colores políticos, instituciones y familias entran en una escalada de agresión porque, quien agrede es porque ha perdido su centro. Quien acusa es porque no sabe si tiene o no tiene valor lo propio. Quien destruye es porque no tolera la diferencia y la creatividad del otro. Quien explota en cólera es porque el vacío y la soledad lo ensordece. El centro de todo está en descubrir eso único que sólo nos compara con nosotros mismos. Pero a nivel colectivo, el negocio se ha transformado en destruir al contrario, en vez de enriquecer lo propio. Y eres tu quien contribuye en esto al compartir rumores, noticias falsas, especulaciones y supuestos que son sólo fuego que aumenta la distancia a lo común que todos tenemos que decidir: ¿cuál es tu manera de valorar lo que creas, o puedes crear todos los días, con tus manos y tu voluntad?

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