Todos

Pirámide de Cobá, Quintana Roo, Tulum, México, año 2014

Hace años tuve otro encuentro con Gaspar, mi maestro y chamán, que me marcó una palabra en esta travesía, y que estuvo gran parte de todas las conversaciones durante los siguientes días. Todos, era la palabra elegida para este aprendizaje del discipulado que nos tocaba vivir en el entrenamiento de elevación de la conciencia. En esos tiempos, la humanidad aún no creía en los dos fenómenos que los pueblos originarios de América del Sur predecían desde sus lecciones traídas de antaño. Todos, todos tendremos que pasar por una puerta, mientras nos separamos en grupos que nunca podrías imaginar el que tendrías que convivir. Todos caminamos muchas horas, pues el grupo de 12 personas se movía como un sólo cuerpo. Todos íbamos de un lugar a otro lugar, comíamos juntos, dormíamos y aprendíamos en silencio tras las palabras de Gaspar. Por las noches, podíamos conversar como dispusiéramos, y era increíble que, no conociéndonos previamente los unos con los otros, íbamos entablando conversaciones con quien, de alguna manera, sentíamos que habíamos logrado una invisible afinidad. Íbamos coincidiendo unos con otros, mientras que a su vez, nos íbamos separando de quienes no sentíamos aquella conexión.

Al cabo de 12 días, ya caminábamos en línea por entre las ramas de los bosques o el descampado de algún antiguo sembrado, pero siempre detrás o delante de quien habíamos conversado gran parte de las noches que nos permitíamos conocernos e intercambiar ideas. Llegamos a una planicie donde se podía ver el atardecer, y Gaspar nos indicaba que ese viaje de 12 días acababa de buena manera, donde la primera lección era aprender el camino de la humanidad de los próximos 10 años. Caminaríamos todos, todos a la vez, esperando a los que demoraban, o apurando para alcanzar al resto del grupo. Todos llegaríamos a esta nueva planicie. Allí, nos sorprenderíamos porque estaríamos al lado de quien hablamos tenido buena acogida, haciendo amistad por siempre.

Son tiempos donde en esta década del veinte en este siglo, todos caminamos buscando una puerta, unos más al frente, otros más atrás, con muchas imposibilidades, con lamentos, con pérdidas y transformaciones inevitables. Sintiendo que nos separamos de las amistades, socios, alianzas y convenidos, donde cada vez sentimos más incomodidad con los que anteriormente encontrábamos coincidencias; y a su vez, más cerca de nuevas personas que comienzan a identificarse con nosotros y a su vez, se va despertando amistades, alianzas, sociedades, convenios y colaboraciones que van renovando nuestra mirada de esperanza ante lo que va apareciendo ante nuestros ojos. Pero sobretodo, teniendo conciencia que todos, sí todos, vamos juntos en este tiempo hacia algo inevitable: la transformación total de lo conocido por lo que nos evoluciona, en todos los estados de conciencia. Y vamos viendo los que hacen su grito de furia y rompen las reglas, los que se quedan en un rincón llorando las pérdidas, o enojados por la impotencia, como por otro lado, los que se adaptan y se renuevan rápidamente, los que comienzan a participar de nuevas ideas, de nuevos sentimientos, de nuevos sueños. Todos, cerca o lejos, haremos esto. Y posiblemente lleguemos a tiempo si asumimos que será todos juntos los que realizaremos esta aventura de dejar lo que ya no nos pertenece, para entrar en lo que hemos sido elegidos para ver, presenciar y participar. Todos juntos, sí, todos.